El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato presidencial demócrata Joe Biden estaban enzarzados en un crítico forcejeo al final de una larga jornada electoral, que iniciada hace tres semanas terminó la noche del martes, con el arranque de un conteo que bien podría prolongarse por varios días y llevar a conflictos poselectorales.
Más de 150 millones de personas participaron en una elección en la que alrededor de 100 millones votaron por adelantado o por correo, que en muchos casos faltan por contabilizarse. Se esperaba que la mayoría fuera para Biden, pero también se creía que los votos hechos el martes en persona serían mayormente por la reelección del presidente Trump.
Colegio Electoral
Para ganar la Presidencia, un candidato necesita 270 de los 538 votos que constituyen el Colegio Electoral. Hace cuatro años Trump perdió el voto popular por casi tres millones de sufragios ante la demócrata Hillary Clinton, pero ganó 304 votos electorales. Esta vez, se atribuye a Trump una deliberada estrategia para ganar de nuevo el Colegio Electoral y el propósito de los demócratas era negárselo.
Para ello Biden debería ganar al menos tres de los estados que el mandatario logró en 2016. Sus esperanzas estaban cifradas en Wisconsin, Minesota y Pensilvania.
La elección se planteó como un referendo sobre el trabajo de Trump y los demócratas enfatizaron los problemas creados por la pandemia de Covid-19; mientras el mandatario buscó subrayar un rebote de la economía y posturas de "ley y orden" frente a protestas antirracistas.
La noche se inició con una serie de victorias esperadas para ambos, en estados confiablemente partisanos, y la atención estaba en los llamados estados "bisagra" incluso Florida, Carolina del Norte y Arizona, que el presidente Trump visitó repetidamente para alentar el voto republicano. La batalla electoral parecía particularmente cerrada en Texas, un estado que no ha votado a favor de un candidato presidencial demócrata en más de 25 años.
La lentitud del recuento agudizó las tensiones en un país polarizado donde republicanos y demócratas auguraban desastre en caso de que ganen sus rivales.
Pero hasta el cierre de esta edición no se habían reportado incidentes de consideración, pese a los augurios de disturbios o violencia.
Previsión de disturbios
Sin embargo, en varias ciudades, incluso la capital estadounidense, se reportó la presencia de grupos partisanos en apoyo de sus candidatos. En Washington DC, la Casa Blanca estaba rodeada de una larga valla y los comercios y edificios cercanos estaban protegidos con planchas de madera en previsión de disturbios.
Biden era el favorito en las encuestas de opinión, pero sus esperanzas estaban cifradas en un triunfo tan claro y contundente que nulifique los esperados desafíos legales anunciados por el presidente Trump y sus aliados republicanos.
Mientras, el control del Senado estadounidense también estaba en una fuerte disputa, hasta el cierre de esta edición se contabilizaban 44 asientos para demócratas y 45 para republicanos.
Por lo pronto, el líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, fue reelegido en su distrito de Kentucky, asegurándose que seguirá en el Capitolio durante otros seis años, según la cadena de televisión Fox News y The New York Times.
El peso tocó un nuevo máximo de 21.9782 unidades por dólar, nivel que no se veía desde el 2 de octubre.
Durante el martes, el tipo de cambio osciló entre 20.95 y 21.97 pesos por dólar, en operaciones electrónicas, el nivel máximo representa una caída de poco más de 4%, por la incertidumbre sobre el resultado final de las elecciones en Estados Unidos.
Gabriela Siller, directora de análisis económico y financiero de Banco Base, dijo que existe el riesgo de que los resultados de las elecciones no sean concluyentes, por lo que, el peso borró parte de sus ganancias.
María Ariza, directora general de la Bolsa Institucional de Valores (Biva), señaló que si los resultados son muy cerrados o alguno de los candidatos no acepta los resultados, los mercados van a enfrentar volatilidad.
“Ojalá no haya ningún proceso complicado y que las cosas se den con facilidad, que cualquier candidato no ganador tome el resultado como bueno y no se pronuncie por un proceso más complejo”, dijo Ariza.
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