Veintitrés propiedades y doce empresas, poca cosa, una nimiedad
en el contexto de la Cuarta Transformación que se vuelve
candil de la calle, pero oscuridad de la casa en cuanto a corrupción se
refiere, cosas del pasado, ataques bajos, mala fe, mala entraña, malos
periodistas que buscan el escándalo y se niegan, como los Flores
Magón, a ser parte de las transformaciones que lidera el pueblo
bueno y sabio.
En otros
tiempos, cualquier político estaría acabado con el escándalo, pero no así Manuel
Bartlett que, viejo lobo, puede burlarse de todo porque se
sabe protegido, como en su momento lo estuvo Rosario Robles con la Estafa
Maestra, todo es muy fácil: no será en este sexenio y, tal vez, ni siquiera en
esta vida cuando, de existir corrupción, le sea castigada.
Ayer, en una
entrevista banquetera con varios compañeros de la fuente, a Bartlett se le
preguntó por las investigaciones de la Secretaría de la Función Pública en
torno a los escándalos revelados por Arelí Quintero y Carlos
Loret, como su respuesta anterior versaba sobre el tren maya,
el director de CFE se siguió de largo con el tema,
solo dijo que “el tren maya va muy bien” y luego el chistorete de un arlequín
de Palacio, de su boca vino la onomatopeya de un tren, “chuchuchú” y se fue
caminando, la entrevista había concluido.
El desprecio
por la transparencia y la rendición de cuentas mediante árbitros imparciales no
es, precisamente, el tema favorito de la Cuarta Transformación, desde la compra
de pipas hasta el desabasto de medicinas han demostrado que prefieren que la
realidad se adapte a sus datos y les sobran los lugares comunes para salirse
por la tangente… Podrá ser indignante para un porcentaje mínimo de la
población, que rechaza el dogma del nuevo régimen, pero, la verdad, es que han
tenido éxito.
El chuchuchú
de ayer se vuelve una metáfora del tren que nos lleva al pasado, a una época
donde la palabra del Presidente lo era todo.
Quizá de ahí nace la nueva campaña de Mario
Delgado para dirigir Morena cuando
dice en su spot que “yo sí escucho al Presidente”, quizá de ahí el
endiosamiento de un hombre y un hombre nada más, porque nuestra memoria
histórica queda afónica ante el sentimiento, también histórico, por un caudillo
que lo resuelve todo, como si fuese Superman.
Chuchuchú no
será la mejor respuesta ante un juez, ni ante la ley, ni ante el Estado, ni
ante algo poderoso, pero es una vacilada que puede permitirse el protegido y
potentado frente al pueblo, una burla más que las focas aplaudirán, una gracia
de quien tiene millones en la bolsa a un lado de su patente de corso… Los
analistas dirán que es su estilo frente al conservadurismo, la burla a los malos
aunque lo malo termine siempre embarrado en los errores que paga la sociedad
entera.
Chuchuchú y
se va… Cómo se fueron tantos otros que se llevaron tanto del país.
De colofón
Pemex no encontró el petróleo, lo hizo una empresa extranjera.
Dicen que el que da y quita con el diablo...
@LuisCárdenasMX
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