En el Laboratorio de Fisiología Celular de la Universidad Autónoma
Metropolitana unidad Iztapalapa (UAM-I) se logró caracterizar una molécula
nueva –identificada como factor de crecimiento y diferenciación 11, GDF11, por
sus siglas en inglés– capaz de restar propiedades agresivas en células
derivadas de pacientes con cáncer de hígado.
Publicada en el reciente número de la
revista especializada BBA Molecular Basis of Disease, la
investigación realizada por Monserrat Gerardo Ramírez explica que el
tratamiento de las células con GDF11 disminuye significativamente su capacidad
de migración e invasión, por lo que representa una potencial alternativa para
evitar la metástasis, es decir, reproducción de la enfermedad en otros órganos.
Por ello, dijo, uno de los principales
retos que enfrenta la investigación básica relacionada con cáncer de hígado
radica en encontrar marcadores específicos que permitan detectar la enfermedad
en etapas tempranas para emprender un tratamiento más eficaz.
En entrevista, la estudiante del
doctorado en biología experimental de la UAM comentó que dicho trabajo suma más
de cinco años de investigación en uno de los laboratorios más reconocidos de
Iberoamérica; sin embargo, a causa de los daños estructurales en el edificio S
de la unidad Iztapalapa provocados por los sismos de 2017, donde se ubicaba el
laboratorio, éste tuvo que ser desalojado, por lo que está temporalmente en el
Instituto Nacional de Cardiología.
En total, han sido 64 laboratorios de
investigación, tres de alta especialidad y 16 de docencia, además de diversos
espacios administrativos que albergaba el edificio, los que han tenido que ser
reubicados dentro y fuera de la unidad Iztapalapa. El inmueble finalmente será
demolido y reconstruido de forma total.
La investigadora Gerardo Ramírez señaló
que el cáncer de hígado se ha convertido en un problema serio de salud pública
a escala mundial, se ubica en el cuarto lugar por número de muertes y es quinto
en México; es altamente agresivo y aún no existen métodos eficientes de detección
temprana ni terapias mejoradas que sean, sobre todo, selectivas. En este
aspecto radica la importancia de los avances logrados por su investigación,
dijo, pues se ha identificado que dicha molécula tiene propiedades supresoras
de tumores, además de que es significativamente útil para reducir la capacidad
de la neoplasia de reproducirse en órganos distintos de aquel donde se
manifestó.
Este tipo de padecimientos suele
localizarse en etapas tardías, por lo que uno de los fines de ese trabajo es
buscar alguna especie de marcador específico que posibilite encontrar ese
cáncer en fases tempranas para tratarlo con mayor facilidad, lo que daría mejor
calidad de vida del individuo afectado.
Hasta ahora los tratamientos existentes
–quimio y radioterapia– han demostrado que entre sus efectos secundarios
provocan deterioro de las condiciones de vida de los pacientes.
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